Tagarninas guisadas
Tagarninas guisadas
Un poco de historia
Nativa del Mediterráneo, la Scolymus hispanicus o tagarnina es una planta herbácea bienal perenne que crece en toda la Península Ibérica, a excepción de la cornisa cantábrica y la zona oriental de los Pirineos. Se da tanto en el interior, como en la costa, en terrenos no labrados ni segados, es decir, que crece fácilmente de manera silvestre. Es frecuente encontrarla en zonas de pastoreo extensivo, ya que el ganado aporta materia orgánica beneficiosa para la planta y además no se la come, ya que está protegida por unas punzantes espinas.
También conocida como cardo común, cardillo o cardo de olla, las tagarninas se desarrollan prácticamente en todo el territorio nacional cerca de arroyos y cunetas. Como era muy habitual encontrarlas en praderas secas e incluso terrenos abandonados, los habitantes del medio rural las recolectaban para consumirlas como hortalizas, ya que casi siempre estaban disponibles y su recolección era relativamente fácil. Únicamente quitaban las espinas, arrancaban las hojas rígidas y espinosas y aprovechaban el tallo, que es la parte comestible de la planta. Normalmente cocinaban los tallos de las tagarninas guisados con otros vegetales en cocido o potaje.
Entre los campesinos de Castilla había un dicho que dictaba los meses en los que recolectar los cardillos: “El de abril para mí, el de mayo para mi amo y el de junio para mi burro”.
En la actualidad no es de extrañar encontrar tagarninas por muchos rincones de pueblos andaluces en puestos de verduras, ya limpias y amarradas con cintas en manojos, listas para consumirlas. Así me la traje yo de mi último viajecito a Cádiz y, aunque la probé en un bar, he de reconocer que mi versión casera está mil veces más rica.
Y no es sólo que yo sea un genio de la cocina 😉 sino que usar un buen aceite de oliva y que el resto de los ingrediente sean de calidad, siempre lo digo, redundan en beneficio del resultado final.
Tagarninas guisadas
Vamos a ver cómo preparar este plato de tagarninas guisadas con una salsita que es un espectáculo. No os voy a indicar cantidades precisas porque va a depender de cuántas podáis encontrar. Es una receta de esas de la abuela explicadas con puñados, pizcas y poquitos 😉
Ingredientes
- Un manojo de tagarninas limpias y troceadas, listas para consumir,
- 3 o 4 dientes de ajo (añade más si te gusta),
- un puñado de almendras crudas,
- aceite de oliva virgen extra,
- una cucharadita de pimentón (dulce o picante al gusto),
- agua o caldo de verduras.
Elaboración
- Lava bien las tagarninas y déjalas escurriendo.
- Pon en una sartén un chorro generoso de aceite de oliva virgen extra con los dientes de ajo pelados y partidos a la mitad. Sofríelos hasta que estén doraditos sin quemarse.
- Añade las almendras y deja que se tuesten ligeramente.
- Saca los ajos y las almendras a un mortero, pero deja el aceite en la sartén.
- Apaga el fuego y añade el pimentón. Mezcla bien con el aceite e incorpora la mezcla al mortero.
- Maja todo bien hasta obtener una pasta cremosa.
Truco para cocinillas modernos: puedes sustituir el mortero por una picadora. Es más rápido y el efecto es parecido.
- Vuelve a poner un fondito de aceite de oliva en la sartén y, una vez caliente, saltea en él las tagarninas.
- Añade el majado y remueve para que se incorpore todo bien. Cubre con agua o caldo de verduras, rectifica de sal y deja que se cueza a fuego medio-bajo hasta que la verdura esté tierna, unos 10-15 minutos.
- Sirve las tagarninas guisadas en un plato y, para coronarlo, acompáñalo de un huevo frito porque, amiguis, la vida es mejor con un huevo en lo alto.
Este plato de tagarninas guisadas con huevo es un primer plato excelente o una cena completa maravillosa.
Además, puedes dejar la parte del guiso hecho con antelación y, a la hora de comer, calentarlas en un momentín minentras se fríe el huevo. Una auténtica delicia, os lo aseguro.