Lubina a la sal
¿Volver a la carga después del verano con una receta que necesita horno? Pensaréis que estoy loca, pues aún está haciendo bastante calor. Pero no. Lo cierto es que esta lubina a la sal es un plato ligero, saludable e ideal para empezar a recuperar los buenos hábitos alimenticios que, reconozcámoslo, abandonamos (o al menos aligeramos) bastante durante las vacaciones de verano.
De manera que, ¡hola de nuevo! 🙂
Ya estoy de vuelta y dispuesta a agasajaros con comidas ricas, fáciles y saludables para afrontar la vuelta al cole. Aún quedan unos días, sí, pero ya hay que empezar a preparar todo. ¡Qué pereza, por favor!
Pues venga, vamos con todos los trucos para que la lubina a la sal te salga perfecta.
Porque no es nada difícil, ya lo verás, pero si hace falta saber un par de cositas para que la carne de este pescado tan sabroso y delicado a la vez quede en su punto cuando se usa esta técnica de cocinado.
Lubina a la sal {receta fácil, ligera y sabrosa}
Ingredientes
- 1 lubina de ración por persona. Si la lubina es más grande, con una puedes tener para dos personas, eso ya lo calculas según el tamaño del pescado.
- 1 kg. de sal gorda por kilo de pescado.
Ojo: usa siempre sal gorda, no sal gruesa. La sal gruesa es algo más fina que la gorda y no vale para hacer estas recetas ya que el sabor salado se trasladaría al pescado. - Agua.
- Opcionalmente: hierbas o especias para mezclar con la sal si quieres darle otro toque. Yo prefiero no añadirlas porque me gusta el sabor que tiene la lubina, pero eso ya, cada cual.
Elaboración
- Precalentamos el horno a 220ºC, calor arriba y abajo.
- Pide al pescadero que te prepare la lubina para hacerla a la sal: tendrá que sacarle las tripas sin abrir el pescado para que la sal no entre dentro y la carne quede demasiado salada.
Además, es muy importante que al limpiarlo no quite las escamas. Las escamas también evitan que el resultado sea un plato salado e incomestible.
Por tanto, para cocinar el pescado a la sal necesitamos que esté sin abrir y con escamas, con cabeza y con cola. - Colocamos un lecho de sal en la fuente de horno, como de un dedo de espesor. Sobre él ponemos nuestra lubina con escamas, cabeza y cola (como la vaca lola 😛 ) y cubrimos la lubina con el resto de la sal. Tendremos que humedecerla ligeramente para que quede compacta. Con unas gotas será suficiente: procura que quede húmeda, pero no mojada para que la carne quede bien tersa.
Deja visibles la cabeza y la cola de la lubina (como en la imagen): nos van a servir para controlar el punto de horneado.
- Horneamos a 220º durante 30-40 minutos. El tiempo de horneado dependerá del tamaño de la lubina.
Esta mía, como era de ración, tardó incluso menos, unos 20 minutos. Pero para eso precisamente nos vale haber dejado la cabeza sin tapar: sabremos que la lubina está lista cuando el ojo haya pasado de ser transparente a ser blanco. Podéis ver en la foto el cambio. También se nota que la cola deja de estar húmeda y tiene un aspecto de “crujiente” al tacto. Pero a mí me ayuda más el truco del ojo.
Es el momento de sacar la lubina del horno. - Sacamos la lubina del horno y rompemos la costra de sal con ayuda de algún instrumento. Veréis que, puesto que le hemos echado agua, la sal no sale granulada, sino en trozos más o menos grandes. Esto nos facilitará la labor. Tened mucho cuidado de no quemaros.
No dejes la lubina fuera del horno pero dentro de la costra de sal: continuará cocinándose y quedará seca. - Ya sólo nos queda quitar la piel y las espinas y sacar los deliciosos filetitos de lubina a la sal. Si la lubina está en su punto, es muy fácil, salen casi solos. Y si habéis seguido mis indicaciones, es imposible que os salga mal.
Guarnición para la lubina a la sal
Como veis en las fotos, no he querido acompañar la lubina a la sal de ninguna guarnición para dejaros total libertad de elegir la que queráis. Lo cierto es que tienen un sabor tan suave y tan neutro que casi cualquier cosa que elijáis para acompañar le irá bien, pero os voy a hacer alguna sugerencia que a mí me gusta especialmente:
- Me encanta el toque fresco del tartar de calabacín y salmón ahumado. Un conejo: no lo prepares con demasiada antelación para evitar que el calabacín crudo suelte agua.
- Un puré de patata siempre triunfa, sobre todo entre los amantes de lo clásico 😉
- A mis cachorritos les encantan las “patatas fritas de zanahoria“, como ellos las llaman.
¡Feliz lubina a la sal!